Por Alicia Preza / UdeG
Guadalajara, Jalisco.
Juan de la Cruz es un artista jalisciense que desde muy pequeño tuvo un acercamiento a las artes plásticas a través del dibujo. Durante su adolescencia Juan tomó su primer taller de óleo y acrílico, técnicas de las que ya no se separaría.
Al inicio su trabajo rayaba en la oscuridad debido a una carga filosófica proveniente de la literatura, y aunque los autores e influencias se modificaron mientras Juan de la Cruz adquiría edad y experiencias, no así su gusto por llevar el existencialismo a su trabajo plástico.
“Las influencias son los vicios, las virtudes, el arte mismo nutre al arte, la literatura, el cine, la música. Ahora me enfoco más en literatura social, psicología, filosofía más universal, humanista, existencialista, ya no tanto tan pesimista, no? No es práctico, no sirve de nada ser pesimista, no es práctico ser nihilista. Yo creo que lo que hay que hacer es desarrollarte como ser humano”, dijo.
Para él, su trabajo no está limitado a cierta colorimetría o trazos característicos, su inspiración se abre a la honestidad. A plasmarse a sí mismo a través de la paleta de colores que represente su humor, o a través de las imágenes que crea en la mente a partir de palabras o frases, pero siempre haciendo que sea el arte el que hable.
Juan de la Cruz plasma tanto críticas sociales, cultura de consumo y el desapego de las sociedades, como imágenes que representan la divinidad.
Para él existen valores éticos y morales que se aplican al arte, sin embargo, habla también del ambiente artístico en Guadalajara y asegura que si bien la metrópoli se ha convertido en un semillero de talento, los artistas deberían preocuparse más por ser honestos con su trabajo y su discurso que con la expectativa de venderse a grandes cifras.